sábado, 1 de noviembre de 2008
¡QUE LLUEVA! ¿QUÉ LLUEVA?
Nos lleva lloviendo tela. Hace días que llueve. Qué alegría.
El otro día salí a hacer unos recaditos. Me levanto, me apaño, saco la cabeza por la ventana y miro al cielo y veo el sol y cuatro nubes y media.
Digo que saco la cabeza y miro al cielo porque, en mi casa, en mis ventanas, no basta con sacar la cabeza, tienes que enfocar. Si te limitas a sacar la cabeza sólo ves a la vecina del edificio que tengo frente al nuestro. Para ser exactos, no la ves a ella, ves las preciosas cortinas que puso en el salón antes de que nos mudásemos nosotros, cortinas que no ha corrido desde que lo hicimos, desde que nos mudamos, digo.
Total, un día normal como otro cualquiera, sin amenaza de lluvia ni ná de ná. Decido ponerme unos taconcitos, un poco abiertos, aún no hace frío, bajitos pero finos. Salgo a la calle, me paso unos veinticinco minutos andando, llego al lugar al que me dirigía, estoy allí como media hora y cuando salgo, ¡premio, está lloviendo!, y no poco.
"¡Ay, hija! ¿cómo no traes paraguas?" -me pregunta una señora a la que no conozco, ni ganas, ni interés ninguno en conocerla.
"Pues fíjase Vd. porque cuando salí de casa, hace ya más de una hora, no había muchas nubes, ni oscuras eran...!" -le respondo, por educación, más que nada...
"¡Uf, qué va, si teníamos aviso de lluvia...! además aquí siempre hay que llevar el paraguas en el bolso" -me reclama la susodicha.
Pues nada, ahí me véis corriendo, saltando unos charchos y chapoteando involuntariamente en otros, con mis taconcitos medio abiertos, mojándome porque llovía, como está mandao.
Ya a mitad del trayecto, me acuerdo del bolso, me lo planto en la cabeza, ya que no ma ha servido para llevar el paraguas dentro... por lo menos que me tape lo más importante que tengo (...).
Me pego a los edificios, para que las terrazas, los carteles y otros artilugios me cubran de la lluvia. Y casi tengo que pelearme con la gente que hace lo mismo, aunque lleva paraguas, cosa que no entiendo... los esquivo, con varios momentos arriesgados, en los que estoy a punto de perder un ojo con las puntintas de estos artefactos malditos o de resbalar con las hojitas otoñales, mezcladas con barrito, producto del agua y el polvo de la calle.
Los pantalones, sobre todo por detrás, ya no absorben más, han llegado a su limite, los pies van empapados y el bolso pesa el doble de lo previsto, pesa lo suyo y el agua.
Alcanzo por fín el portal de casa, saco las llaves, abro, paso dentro, resoplo y me encuentro, otra vez, con alguien a quien no conozco pero que me ve necesitada de consejos, tras el resoplido: "Mujer, no te quejes, que hace falta que llueva"...
"No, si yo no me quejo..." -murmuro... mientras el pantalón va literalmente fregando el suelo del portal y si escurro el bolso lleno una botellita de litro.
Y mañana, resfriadito por lluvia, como también está mandao.
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4 comentarios:
Me gusta mucho como escribe, sí señor. Ya me pasaré a visitarla (que creo que es mujer, o mujercita; si es hombre, ya me perdonará). La pondré en mis enlaces en cuanto pueda. Ha sido un placer leerla (o leerle) y espero poder seguir haciéndolo.
A mí también me gusta la lluvia, por cierto. Pero entiendo que a veces es una cabrona de cuidado. Lo que peor lleva un servidor es el frío (con lluvia), auqnue sea majo estar con la mujer sentadicos en el sofá. En verano la lluvia mola más, torrencial y asesina destruye-plantaciones y arrastra-todo, para luego dejar el aire limpio y que el sol nos achucharre el pescuezo como nunca. Delicioso.
Gracias por pasarse por mi blog.
Muchas gracias. Igualmente. Sigue nublado, muy nublado, como en tu ciudad, seguramente... De nada.
Soporto la lluvia más o menos (por cosas de la vida, antes no la aguantaba y ahora la sobrellevo mucho mejor) pero el frío no lo soporto de ningún modo.
Saludos.
Cuando veas que el sol te hace un guiño,eso es marchamo de lluvia,así que antes que por unos taconcitos,apuesta por una canoa,chata!Jajajaja
Desde luego, una linda barquita... y el paraguas, siempre, como el desodorante, que no me abandone...
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