viernes, 17 de abril de 2009

EL GORRITO AZUL CELESTE DE MI VECINA DEL QUINTO

Mi vecina del quinto tiene un precioso gorrito de lana. Se lo compró hace dos años, lo colocó en el perchero de la entrada y nunca se lo pone. Miento, una vez se lo puso pero se lo quitó en seguida porque le daba calor.



Suelo verlo a menudo, siempre que su peludo y gigantesco bobtail se caga delante de mi puerta, yo le toco el timbre una y otra vez insistentemente para que abra y pueda escuchar mejor cómo la llamo puerca maleducada.



A veces le sueño. Me imagino que camino por una playa paradisiaca con él bien encajado en mi cabeza y con una linda bufanda a juego rodeándome el cuello. Los cocos repican en las palmeras y las hamacas tocan el violín. Así son los sueños, fantásticos.



Tengo un plan. Voy a robarle el gorrito a mi vecina. Le regalaré un presente, una tarta de manzana de la paz. Pero antes bajaré a pedirle un poquito de azúcar y cuando se marche a la cocina con mi taza de Winnie Pooh en la mano, me haré con el gorrito y lo guardaré en el bolsillo de atrás de mi Levis. Sonreiré cuando me devuelva la taza por la mitad de azúcar y le rozaré la mano, para que sienta que estoy próxima y soy sincera.



Y luego volveré a mi casa, cerraré la puerta y me miraré en el espejo de mi cuarto para poder colocármelo perfectamente en la cabeza, ¡en cuanto la encuentre!.

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