viernes, 17 de abril de 2009

¿DÓNDE HE PUESTO MI CABEZA?

No la encuentro. Y la echo mucho en falta, es complicado ver C.S.I. o entrar en Internet sin ella sobre los hombros.



Es cierto que a veces la dejo en la peluquería, enganchada a la última foto de El Duque o a los ojos gatunos de La Pataky. También suele quedarse allí clavada en el precio de las mechas y la permanente, o en las nuevas tetas de la mujer de aquel Notario que ya se las pagó el año pasado a su querida.



Una vez se me quedó en el súper y me dí cuenta del olvido al entrar en el ascensor y no verla en el espejo. Menos mal que la cajera que me había cobrado la tenía allí apartada, al lado de una lata de aceitunas que alguien despreció en el último momento.



Todas las noches se queda irremediablemente pegada a la almohada, contabilizando facturas, repasando albaranes y ordenando pedidos del día pasado y del siguiente. Tengo un sensor eficacísimo instalado en la puerta de mi dormitorio, todas las mañanas se activa, con luces rojas parpadeantes y sonidos estruendosos intermitentes, todas las mañanas intento traspasar la puerta de mi cuarto sin la cabeza puesta.

Pero esta vez es distinto. Me temo que se me ha caído en alguna parte y no me he dado cuenta, o quizá la he dejado en algún sitio y no lo recuerdo. He intentado hacer memoria y juraría que fue hace varias semanas, pongamos seis, la apoyé en un café sin beber, y me quemé, en un rosario de desdichas sin replicar, y las recé, en una síntesis magistral de ideas, y me resumieron.



La buscaré, la encontraré y la recuperaré. La necesito imperiosamente para ponerme el gorrito azul celeste que le he robado a mi vecina.

2 comentarios:

JuanRa Diablo dijo...

Un texto tan original no merecía estar vacío de comentarios.

Me ha encantado.

Veo que hace mucho que no escribes, ¿y eso?

Pat Lawriter dijo...

La vida no me deja ;-(