miércoles, 26 de noviembre de 2008

¿TENGO MONOS EN LA CARA?

Es una situación muy embarazosa. Un día te levantas, vas al baño, te lavas la cara, te miras al espejo y: ¡voilà, ungrano!. Qué alegría más grande...

Tienes que salir a la calle, es inevitable, así que intentas disimularlo y atacarlo con el corrector standard, con el corrector antigranos o con la crema supuestamente mágica de nombre irrecordable que te costó un pico y no volverás a comprarte jamás nunca en la vida.

Te miras otra vez al espejo antes de salir de casa. "No se nota tanto, sólo si te fijas mucho" -dices; "¡vaya parche llevo,se ve a un kilómetro!"- piensas. No hay otra, sales por la puerta.

El tipo del kiosko, al que tienes el placer de ver todos los días, ni te mira, coge el euro del periódico sin levantar la cabeza del Interviú de esta semana. Me parece que la portada es de una Gran Hermana, afanada en hacer téticos, digo, méritos para ganarse la vida sin forzar su improductiva masa cerebral. Primera prueba superada.

Llegas al trabajo. La chica de la entrada, con la que nunca has comido, de la que ignoras -y siempre ignorarás, crueldades de la vida- el día de su cumpleaños y el nombre del novio/santo que soporta sus neuras, te da los buenos días. Sus ojos caen disimuladamente hacia tu barbilla, punto exacto en el que el grano vive feliz de la vida. Segunda prueba aceptablemente superada.

Te sientas en tu puesto y enciendes el ordenador. Tranquilita y relajada, planeas acercarte al baño en pocos minutos, quieres comprobar cómo está el asunto. "No debe ir mal, las reacciones han sido normales hasta ahora..."- reflexionas sesudamente.

Y ese momento, en ese preciso instante, entonces, se te acerca un colega de curro, el que suele apuntarte que estás más gorda o tienes una mancha en el pantalón. Se pone delante tuya y comienza a hablarle, a tu grano, sí, comienza a hablarle a tu grano. Presientes que en cualquier momento te va a advertir de que lo tienes ahí, en la barbilla, por si no te has dado cuenta.

Habla con la mirada fija en él, o quizá sólo interminente, pero tú la sientes constante, como si no pudiera apartarla del grano más de diez segundos. Pero eso no es lo peor, lo peor es cuando hablas tú. Es entonces cuando todos sus sentidos se centran en el grano, toda tú eres un grano. Crees que te va a preguntar qué es eso que tienes ahí, como si no fuera más que notorio que es UN GRANO.

Ahora sé cómo se sienten los interrogados por torturadores, en salas oscuras, con luces intensas apuntadas a la cara. Me siento culpable, muy culpable... mi voz interior me habla, me grita, me está diciendo que confiese, que lo diga, que lo diga alto... y yo no puedo más, no puedo contenerme... ¡Díos mío, qué suplicio...!

¡Sí, sí, fuí yo, yo fuí, lo confieso, yo me comí el kilo de helado de chocolate con trocitos ayer y hoy pago mi culpa con un grano delator coronándome/barbillándome el rostro!.

8 comentarios:

Sr. Sin Culo dijo...

Un grano es un grano es un grano es... (cantando y con música).

Esto me parece que es como cuando tienes una herida en cualquier parte de tu cuerpo y parece que todos los golpes van ahí, justamente, ni más arriba ni más abajo, justamente en la herida.

No creo que el mundo se fijará en su grano. La verdad es que durante el día nos damos muchos golpes y no los apreciamos hasta que no nos hacemos más sensibles a ellos (esto pasa en una infinidad de cosas). Su frente o su barbilla, como es el caso, se hizo más notoria para usted y creyó que el mundo observaba su barbilla coronada por su grano por ser consciente de ese grano. Es cierto que hay granos y GRANOS, pero no me creo que el suyo fuera tan grande como para que su compañero le hablara a él. A lo mejor tiene la costumbre de hablarle a su barbilla de habitual. Fíjese.

Bueno, hasta contando la aventura de usted y su grano, engancha a la gente. Ya espero el día en que escriba una novela, si no lo ha hecho ya. Si le han publicado, dígame el ISBN.

Un saludo!

Pat Lawriter dijo...

¿la de la rosa? eso me parece... suena hasta bien...

No creo que sea tanto una cuestión de tamaño... es de curiosidad... ves que alguien tiene algo en la cara y quieres mirarlo con detetenimiento... y con descaro...

Muchas gracias por el último párrafo del mensaje... no tengo ningún ISBN... aún ... pero cualquier día de estos...

Salutos de vuelta. No te vayas lejos de tu blog, vuelve pronto...

Perséfone dijo...

Jajajajajajaja casi me muero de la risa por tu culpa. Qué identificada me he sentido.

Le habla al grano, dice jajaja

Un abrazo y gracias por sonsacarme esta enorme sonrisa.

Pat Lawriter dijo...

Me alegra... ¿ves T. Cifuentes como a todos nos pasa...?

Es difícil sustraerse a un grano...

Otro abrazo de vuelta.

Néstor dijo...

Juas, juas, juas... Si tú no te preocupas, nadie lo hará. Y el resto no se fijará. Seguro.
Y que no te dé remordimientos lo del helado, ja, ja, ja...

peibol dijo...

JAJAJAJAJA
Yo anoche tuve que ir a una cena con "ellos"; uno pequeño en la punta de la nariz, y otro en medio de la frente... Preferí no pensar en eso, pero cuando volví a casa y me ví en el espejo, pensé: ¡Dios! ¡¿Cómo he podido salir?!

Adaldrida dijo...

ayayaya, el grano... Yo lo que hago con él es:
Cojo un disco de algodón.
Le pongo un buen chorretón de gel de aloe vera (de la marca Grisi o Farma Dorsch, en farmacias o parafarmacia del Corte Inglés.)
Exprimo unas gotitas de limón en el disco, y voilà, a taponar el grano. Como el gel es pegajosillo se quedará pegado y así lo dejo, pegado al grano en plan mascarilla por unos diez minutillos. Alivia mucho y seca rápido.
Y corrector... el Studio Finish de Mac, ¡lo tapa todito!

(Y sí, yo también me he reído mucho.)

Pat Lawriter dijo...

Que yo os prometo que no me lo tomo en serio, que hago como que no está... pero aysss, no basta...
eso sí... como dice Néstor... nada de remordimientos... nunca...

Esto nos pasa a todos... ya lo veo... al menos, nos échamos unas risas...

Saluditos a todos y gracias por los mensajes...