viernes, 20 de febrero de 2009

DESCONECTADA POR ORANGE

Debo agradecer a la pujante y competente empresa de telefonía Orange, no tener conexión en casa desde hace una semana.

Antes de contar con su servicio efectivo, antes incluso de recibir el módem y la visita del afable técnico que nos instale el asunto, los diestros y habilidosos señores de Orange han procedido a dar de baja mi anterior conexión con ya.com.

Contactar con el servicio de "desatención" al cliente de Orange implica pasar veinte minutos de tu apasionante vida y de tu densa jornada laboral, enganchada a una máquina que repite datos e información inútil al caso de forma sistemática.

Después de ciertas labores de investigación y camuflaje, pasada la media hora, es posible hablar con una persona de procedencia indeterminada y castellano balbuceante que hace como que te escucha y anota tu solicitud.

Desde aquí quiero dar las gracias más sentidas a la panda de inútiles que pululan por las oficinas de Orange. A la señorita operadora y al caballero operador que soportan estoicamente trabajar para una empresa objetivamente caradura.

Quizá serían más felices ellos y también los demás, si en lugar de mentir e ignorar a los pobres y desesperados clientes, dedicaran las horas de sus días, años y vida completa a plantar y recolectar tomates en la huerta, una tarea, a priori, más sencilla y asequible para su capacidad intelectual.

Debido a este simpático incidente, no cuento con conexión en casa, repito, de modo que la actualización del blog y las visitas a los blogs amigos quedarán supeditadas a mi tiempo libre en el trabajo, algo que, durante esta semanas, escasea sobremanera.

Desde aquí un saludo a todos, disculpas por esta desconexión involuntaria y un abrazo.

sábado, 7 de febrero de 2009

NO HAY CHARCOS EN EDIMBURGO

No sé si es una sensación o apreciación únicamente mía pero, dejando a un lado catástrofes naturales relacionadas con el agua cuya importancia y gravedad son indiscutibles, en España, en general y, en determinadas ciudades, en particular, la lluvia es un evento muy desagradable que modifica y, de hecho, determina nuestra vida.

No tenemos costumbre de tratar y convivir con ella, de modo que, cuando aparece, nos joroba los planes, nos es enormemente molesta, y dos días seguidos con ella son una pesadilla.

Y luego están las medidas de seguridad, sobre todo, las que nos aconsejan y recuerdan nuestros padres, familiares, amigos, los que nos quieren bien: "Llévate el paraguas" (asume que, seguramente, no lloverá pero si no lo coges, lloverá), "¿vas a salir con esta lluvia?", "mujer, quédate en casa, con este tiempo...", "pero hija mía, ¿esos zapatos vas a llevar?... ponte unas botas, criatura..".

Como tantas otras enfermedadas, manías y prejuicios, viajar te quita el miedo al agua, ya no te sientes un Gremlin..., te percatas de que tú mísmo eres mucho más que agua llorando del cielo... aunque no es fácil (no sé si habéis leído mi dramático relato sobre un día de lluvia ).

Según sé y he podido comprobar, en Edimburgo llueve bastante, mucho diría yo, en invierno, en primavera, en pleno mes de Agosto. Tenéis en la foto una linda tormentita sobre las Highlands, una preciosidad.

Y cuando llueve, llueve, con ganas, con brío, con alegría. Sin embargo, terminada la lluvia, sigue la vida, incluso antes de que termine, la gente no para, ni deja de andar ni de montar en bici, aunque tú creas que aquéllo es el diluvio universal y que en cualquier momento Noé se te acercará para pedir que tus perros, macho y hembra, se vayan con él.

Pero, amigos míos, en Edimburgo, en su calles, en sus calzadas, en sus pasos de peatones: NO SE FORMAN CHARCOS. Ejem, ejem... ¿acaso podemos decir lo mismo de nuestras ciudades?, ¿soy yo la única persona que mete el pié en gigantescos charcos que se hacen en nuestros suelos, a veces caídas sólo cuatro gotas?, ¿alguien más ha tenido que cruzar una calle o carretera por un lugar no habilitado para peatones porque el paso reglamentario parecía, precisamente, el mismísimo Lago Ness?.

Nos dijeron, nos repitieron y aún nos recuerdan que no hay marcha en Nueva York, y algunos se lo creyeron. Lo que está claro es que no hay charcos en Edimburgo y nosotros aquí, en cualquier parte nos topamos con un pequeño mar... qué alegría, qué riqueza en el paisaje urbanita. Desde luego, qué verdad es: Spain is different!.