jueves, 9 de diciembre de 2010

CAPERUCITA ES RUBIA Y TIENE LOS OJOS AZULES

¡Cachis en la mar! Eso parece. Ya no sólo son trigueñas y azulojiles las tops más bellas del mundo, resulta que Caperucita también tiene claras la mirada y la estela.

Esta mañana andaba yo distraída y perdida por la red, en busca del espectáculo flamenco de mi profe de lo dicho, cuando me encuentro delante de mis narices el cartelito de una obra de teatro, "Caperucita Roja".

En ese cartelito, el lobo tiene un lomo con la longuitud de un velo de novia y la nena... ejem... la nena luce un tupido flequillo rubio y unos ojazos azules que no le caben en la cara... ¡¡¡leeeeechesssss!!!.

Pero vamos a ver, ¿por qué?, ¿quién lo dice?, ¿dónde lo pone?. Esto tengo yo que discutirlo cómo sea... ¡faltarías más!. Caperucita no puede ser así, debe tratarse de un error de imprenta o digital o algo... el diseñador es daltónico (¿?), se agotó la tinta oscura (...).

¡Voy a investigar!

Levanto la mirada de la pantalla del ordenador y constato que el último diccionario enciclopédico que adquirí es del 2004. Un poquito viejo, sí, vale. Pero ahí lo dejo, pobrecillo, también tiene derecho a vivir.

COMIENZO DE LA ACLARACIÓN:
Yo es que, desde chiquitilla, he pensado que los objetos, al contrario que algunas personas, tienen sentimientos. Lo descubrí a los cinco o seis años. Siempre he sido muy observadora ;)

Mi madre me llevó a una tienda de bolsos, a comprarme el primero de una larga, larguísima lista (...). Había dos opciones: uno azul marino, redondo y abombado con broche plateado o uno blanco, fino y elegante, con enganches dorados. Sentí tanta lástima del azul marino... ¡Oh, criaturilla mía!, ¿quién te va a querer a ti con lo horroroso que eres?. ¿Quién lo va a querer, dices? Pues la tonta que estaba allí delante, o séase, yo misma.

Allá dónde esté ahora mi primer y pequeño bolsito azul marino... (seguro que en el cielo de los bolsos, un lugar en el que ninguno se rompe y todos brillan y vuelan, ligeros como plumas pero profundos como el océano, un paraíso en el que juegan con otros bolsos iguales a ellos pero de distintos colores, tirándose por toboganes limpios y montando en columpios que no hacen daño si te pegas con ellos en la frente, disfrutando de grandes espacios de descanso y cuelgue -en lugar de estar apretujados en diminutos armarios, amontonados en sillas o altillos polvorientos u olvidados en rinconces inhóspitos de alguna casa, aunque poco antes de llegar a ella escucharan una voz femenina mentir, pérdon, rogar: "Sí, amorcito, sí, ya sé que es muy caro, pero me viene perfecto para varios de mis zapatos... será el último que te pido este mes, ¡lo prometo!-).

Allá dónde se encuentre, decía, se acordará mucho de mí y del cariño incondicional que le profesé hasta el último momento, hasta aquel infausto día, años más tarde, en que mi madre me lo arrebató de las manos en contra de mi voluntad porque no estaba dispuesta a cargar durante nuestra mudanza con "más porquería de la niña"*. *Frase literal de mi amadísima madre ;-D
FIN DE LA ACLARACIÓN


Estaba yo pensando antes de esta apasionante confesión... ¿cómo podría confirmar que Caperucita era cómo debía ser?, ¿dónde encontrar una fuente nueva, fresca, actualizada?, ¿qué hacer?... ¡consultar la Wikipedia! Los de la "Wiki" lo saben todo, esta gente es buena, se curran el tema, sí, sí, fijo que me confirman mi teoría de que Caperucita era morena y de ojos marrones... sí, claro, ¡y un jamón!.

Según la "documentación" que se conserva, esto es, lindas y primorosas ilustraciones del clásico, la niña del carajo era rubia... Sólo es morenita una versión estadounidense, acampanada y de labios rojos. En este último caso, una niña con esa boca y, encima, rubia, ya iba a cantar mucho -uhm, se me ocurre un ingenioso e inédito apelativo para Caperucita, ¡qué maravilloso es crear nuevas palabras con prefijos y sufijos!...-.

Ea, muchacha, pos nada: Caperucita también era rubia y de ojos azules.

¡Arggggg, ñlkjñlkjñlkjñlkjñlkjñlkjñlkjñlkjñlkjñlkjñlkjñlkjñlkjñlkjñlkj!

8 comentarios:

loquemeahorro dijo...

Me ha gustado mucho el mundo de los bolsos y yo... yo también lo he hecho, no tirar algo porque me da pena y pienso que con lo bien que se ha portado, cómo lo voy a tirar, o sea sentir pena y empatía por unos zapatos o similar.

pd. Caperucita de mayor se hizo presentadora de la Sexta.

Pat Lawriter dijo...

Hola, Loque... sigo viva... eso sí, ¡con mucha dificultad! ;-) Me alegro de verte por aquí... a ver si entre todos me dejan un rato libre para volver a hacer lo que más me gusta, leer y escribir... un beso y gracias por tu visita.

pd. me lo creo, y luego tele5 se la robó...

Teena in Toronto dijo...

Happy blogoversary :)

loquemeahorro dijo...

Tu público (sobre todo el que tiene un reader que le avisa de estas cosas) te espera. ¡¡Ánimo con las dificultades, los gigantes, los molinos y los que se tercien!!

JuanRa Diablo dijo...

Y no te olvides de Heidi, que en la novela era una rubia de largas trenzas y los japoneses la popularizaron como morena y con el pelo corto. Esto descoloca al más pintao
Yo haría un trueque de looks entre Caperucita y Heidi para poner las cosas en su sitio, ¿no crees?

Un saludo

Por cierto, qué bueno que vuelvas al blog ;)

Unknown dijo...

jajajajajajaj
Me encanta tu reflexión... jajaj Pues yo siempre he creído que era rubia, es verdad... Sin embargo, hay muy buenos ejemplos de estupendas morenazas en los cuentos de hadas. Ahí está, sin ir más lejos, Blancanieves, una morena muy sexy, que se ligó a siete enanitos y a un príncipe... Donde haya una morena guapa, que se quite una rubia, no? No creo que a Catherine Zeta-Jones o a Mónica Belucci necesiten para nada tener que aclararse el pelo. Ambas han protagonizado, siendo las protagonistas, pelis de aventuras o adaptaciones de cuentos al cine. Zeta, "la máscara del zorro" y Belucci, "el secreto de los hermanos Grimm".
Pues eso. Y que conste que esto te lo escribe una rubia. jaja
Me han gustado los comentarios que me acompañan. El de Heidi es un buen ejemplo.

Un beso muy fuerte y felicidades por el blog.

Marián
http://www.go-fashion-go.com

I. ATTIC SALT dijo...

Buenísimo, y debo confesar que yo también me he preocupado siempre por los sentimientos de los objetos inanimados. Recuerdo de pequeña guardar los trocitos que se desprendían de la goma al borrar en el estuche para que no pasaran la noche solos en el colegio, ahí a oscuras... ¡pobrecitos! En fin... que volveré a pasarme.

Un saludo

Irene

Clari dijo...

linda historia, me trajo recuerdos de la niñez
en una de mis vuelos a Punta Cana con mi hija le lei caperucita roja, es su cuento preferido junto con la de pinocho