viernes, 26 de diciembre de 2008

EL QUE MEA EN LA CALLE

El que mea en la calle es hermano del que escupe en la calle y primo del que deja las bolsas de basura fuera del contenedor y del que tira papeles al suelo (de la calle, se entiende).

El que mea en la calle
es, básicamente, tonto. Primero porque prefiere poner al aire sus asuntos, en cualquier sitio, con riesgos varios, antes de entrar en un bar, pedir cualquier cosa y pasar al baño. Segundo porque se cree que el resto del mundo está ciego momentáneamente, mientras él está aliviándose. Los pobrecitos se colocan y miran timidamente a los lados, como si mirando pudieran disimular lo que en realidad están haciendo.

Algunos hasta silvan, qué gracia. Otros sufren de la próstata y la meada se eterniza, con el consiguiente meneo nervioso de cabeza, para allá para acá, como un partido de tenis: "¡Uy, qué mi pillan, que me descubren!... ¿se dará cuenta alguien de que estoy haciendo pis?". Noooooooooo, hombre, noooooooooooo, no se nota nada... tú a lo tuyo, criatura, cuando aprieta, aprieta.

El que escupe en la calle desconoce la enorme utilidad de las papeleras y los pañuelos tradicionales o de papel. Son personas cuya niñez se vió privada del valioso conocimiento de los modales (esto lo comparte con toda la familia, el del pis y el de la basura, por supuesto).

Ellos van dichosos de la vida escupiendo aquí y allá y tú vas zigzageando para que no te llueva en el pantalón, la chaqueta o la mano. Hay una subespecie del escupidor marcadamente peligrosa, el escupidor motorizado, el que en ciclomotor o en coche. El pobre escupidor simplemente actúa, sin comprobar que su recado pueda aterrizar en alguien inocente que no escupe indiscriminadamente.

Los que dejan la bolsa fuera del contenedor o los que tiran porquería al suelo están estrechamente relacionados. Dejan el contenedor abierto, tiran la bolsa desde la ventana de su casa si pueden (y algunos, por circunstancias de la vida y del planeamiento, creedme, pueden) y les importa aproximadamente un pito y dos pimientos que la basura se derrame y el contenedor se llene de lindos gatitos y otros animalitos más pequeños y menos preciosos.

Por supuesto, ninguno se plantea qué diferencia hay entre el contenedor azul, el verde, el amarillo y el tradicional. Los cuatro son iguales y los tontos del culo que clasifican la basura y se molestan en tirar cada clase en su lugar son unos ídem que no tienen nada mejor que hacer en la vida.

Nada más aburrido en la vida que reciclar, no tirar papeles ni dejar caquitas de perro en suelo, no escupir en la calle y no mear en ella.

Qué vida tan insulsa y tan convencional la de mantener nuestra ciudad limpia, con lo divertido que es vivir entre la mierda.

2 comentarios:

loquemeahorro dijo...

O dicho con menos gracia ¡¡Una panda de guarros es lo que son!!!

En mi barrio abundan todos, pero lo de ver alguién meando a escasos metros de mi portal, es lo habitual en un fin de semana.

Es curioso, pero a mí me da 100 veces más asco saber que ha sido un hombre, y no un perro.

Como decía una amiga
- Mujer, y si no vieras a uno meando, no sería sábado.

De los que escupen me cruce uno ayer mismo, en otro sitio... qué fino, qué elegante, qué buena imagen, y qué violencia genera en mí!!!

Pat Lawriter dijo...

Joer, es que no veas... encima les dices algo y se acercan para patirte la cara... vamos... en fin... yo no sé...

Saluditossssss...